domingo, 26 de septiembre de 2010

Rendición

Cuando alzó la mano un relámpago en su mente le mostró la imagen de sus niños mirándola con los ojitos llenos de interrogantes que no podría responder sin recurrir a las mentiras…  de la mesa de cristal sin mantel, en la que solo había un plato de arroz blanco, media barra de pan y el frutero vacío…
Tuvo la premonición de innúmeras noches a la luz de una vela, con frío y sin estufas… de un barreño azul con agua calentada en el “Campingaz”, en el que bañaba a sus pequeños ayudándose de una jarrita de plástico... 
Se contempló dejándolos solitos a las once de la noche, con suerte ya dormidos, otras veces llorando… para irse a revolver los contenedores de basura del hipermercado en busca de yogures caducados, o alguna cebolla medio podrida.
Vio los recibos del gas y de la luz, colgados con un imán de la nevera… sin pagar desde marzo…  y advirtió su propio sobresalto al escuchar el timbre del teléfono… ¡malditos acreedores!
Le aulló una voz en su cabeza el llanto de Rebeca que no podría, un año más, ir a la excursión al zoo con todos sus compañeros. Y contempló su decepción con el alma en un hilo…
Detuvo por un momento su mano.  Solo  un instante de tregua, eternizado por la reflexión y el silencio, hasta que hizo su aparición la demoníaca sombra desafiante y le espetó a la cara: “No puedes resistirte. No lo harás…”

Y se rindió al horror de lo inevitable, con un dejo culpa y mucho de cómodo abandono.
Su mano volvió a alzarse para meter en la ranura otras dos monedas, con la esperanza de que esta vez sí, salieran por fin, los tres limones.
Publicado por primera vez en "Luces y Sombras" de "Léptica" Revista on line.-
Nahir Subelzú

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