Hoy me ha despertado el canto de los pájaros. No eran ni las seis de la mañana.
Se me escapó una sonrisa teñida de modorra y me revolví en la cama, arrebujándome en las mantas dispuesta a disfrutar del mágico momento.
Pasados los minutos mi pensamiento se alejó de aquellos revoltosos y se fue hacia los otros, los pájaros tranquilos... los prisioneros, los cautivos tras los barrotes, durmiendo todavía en sus jaulas cubiertas para imponerles la oscuridad y el silencio de forma artificial. Esos a los que les hemos robado la aurora además de las alas.
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