jueves, 10 de mayo de 2012

Fiebre


No desesperes niña, tras la puerta  espera un carrusel con tres corceles negros. Y bajo la escalera, hay telarañas tejidas para ti como una cuna con perlas de rocío engarzadas al viento.

No tengas miedo, mira, aquella estrella te busca guiñando y repitiendo tu nombre. Brillará para ti toda la noche, vigilará tu sueño sin descanso.
Hay dos palomas blancas… son mis manos, ¿las ves? Mulléndote la almohada tan blandita y arropando tu cuerpo.
La noche expirará, y cuando amanezca, el mal habrá pasado, habrán huido los monstruos y volverás a recorrer la casa, vacía de visiones.

No te rindas… El mar espera tu regreso. Entre las caracolas, me han contado, corre el rumor de que mañana volverás a dibujar caminitos en la arena y a desvanecer con tu soplo feliz arrecifes de espuma…
No llores más, mi amor, los ogros no vendrán, no son más que quimeras que se inventa tu frente, delirios que este fuego dibuja en tus pupilas. No existen, no te pueden tocar. Y si existieran, tendríamos que correrlos a escobazos o a pedradas…

¿Sonríes?,  ¿o es mi imaginación?
Sí, sonríe, por favor, que en tu sonrisa retoñará la luz fugada de tus mejillas.
Derrotarás a los rojos dragones que te acechan… y volverás a descarrilar trenes de carcajadas en medio del rellano.

Así es mejor, descansa, cierra los ojos. Duerme...
 

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