miércoles, 18 de abril de 2012

La niña descalza


La tarde gris pesaba
en mis párpados; lenta
la lluvia se escurría en los tejados;
desierta
la calle murmuraba a las gotas
su letanía monótona de hastío
y de pobreza.
La niña iba brincando
con saltitos de rana,
los pies descalzos,
la trenza
danzando al ritmo de sus saltos
y azotando la espalda.
Levantando el vestido,
las raquíticas piernas embarradas
dibujaban entre el fango y las piedras,
caminitos de agua.
Yo, al verte, he pensado,
chiquitita,
carita de payaso,
¡qué extraña magia ha de tener la lluvia
para que estallen fiestas de gorriones
en tus gestos cansados!
¡qué encanto tiene el agua
en esta tarde plomiza del mes de mayo!

para que olvides tu hambre de pan
por un momento,
y sacies tu sed de juegos entre los charcos.

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