lunes, 9 de abril de 2012

El rojo como antónimo de sí mismo

 (Artículo elegido por Léptica como introducción de su revista nro. 11: "El rojo")

¿Alguna vez os habéis preguntado el por qué de tanta diversidad en la significancia del rojo?

No se me ocurre un color más versátil que éste. Símbolo y metáfora de tantos y tan contradictorios conceptos que resulta difícil de comprender.
Rojo es el color del demonio y del infierno e “incomprensiblemente”  el  del hábito de ciertos poderosos ministros de la iglesia.
La violencia, la sangre,  y también la “mercromina” y la Cruz de los voluntarios médicos internacionales.
En el colegio es manifiesta señal de fracaso: los suspensos son rojos, las correcciones a las faltas de ortografía, los olvidos de las “llevadas” en las malditas restas, las desagradables notas a pie de examen. Y sin embargo es uno de los colores favoritos de los niños y muchas veces se le relaciona psicológicamente a su hiperactividad natural.
La manzana de Adán y las señales de prohibido y de stop.
El vino, las pecas, las quemaduras del sol, el cable positivo de un  sistema  eléctrico…
Las guindillas y las fresas.
Los labios sensuales de Marilyn y la lengua salvaje de los Rolling
Rojos se les llamó a los comunistas  y es no obstante el color corporativo de grandes imperios del capital como Santander, y Ferrari.
La letra escarlata del escarnio público cuando eras considerada mujer adúltera y la “mancha del honor” en las sábanas blancas de las recién casadas, símbolo de pureza y virginidad.
Si aparece en los ojos es un defecto de la  fotografía, si en las hojas, un aviso de la inminente llegada del frío y una muestra incontestable de la perfección de la naturaleza.
El fuego, la lava, el sol en el ocaso… Marte… Mercurio…
Los bomberos y los chalecos salvavidas.
Barbarroja y Nicole Kidman.
El color del amor, la pasión, el deseo, la alegría, el coraje, la ira, el poder, la ambición, la atracción, la vitalidad, a veces el miedo…
Los adornos de navidad y el traje de Papá Noel y también la máscara de la muerte en el cuento de Poe.
 El carmín barato de una prostituta del mercado de la Boquería de Barcelona y unos carísimos zapatos de diseño de Manolo Blahnik…
El rojo está en el cine, en la música, en la pintura, en la calle, en la gastronomía, en los sentimientos… y posiblemente podríamos seguir enumerando ejemplo tras ejemplo.
En ocasiones lo amamos, en otras lo odiamos a rabiar, pero lo cierto es que el rojo y sus incontables paradojas pocas veces nos dejan indiferentes.
Al fin y al cabo, la vida es en sí misma una sucesión de controversias. ¿Qué sería pues, de nosotros sin el “juego” que nos da la caprichosa mutabilidad del rojo?

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