viernes, 22 de marzo de 2013

Bichicome

(dedicado al viejo Tino, que vivió como indigente, aunque no indigno,  
y pereció a manos de la brutalidad y la intolerancia) 

Foto: rafaelgershom.blogspot.es


Con los ojos sangrantes miraba; 

y con desprecio.

De niña me asustaban su voz de pucho y vino, 

los dedos amarillos y resecos, 

las uñas renegridas, 

el olor repugnante de la roña 

y aquel gesto de fiera acorralada.




Algún hombrecito emponzoñado 

de alma uniformada 

pensó entonces 

que deslucía con su peste las calles de mi pueblo. 

Y le mató 

dejándome la culpa adolescente 

por el asco y el miedo… 

un espanto que regresa a mis noches todavía, 


cuando la tormenta rasga 

con su puñal de estruendo el cielo renegrido


como las uñas del viejo Tino. 

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