Al fondo, muy al fondo, una hondonada escarlata, incandescente, un largo precipicio, de dientes afilados, una lengua gigantesca, húmeda y repulsiva, cubierta de pústulas rezumantes de pus y negra sangre… El monstruo que entonces me engullía, no sabía de cielos ni de infiernos, no entendía de dioses ni demonios, estaba, simplemente, a la salida del túnel esperando su cena: el próximo suicida.
Escribo, porque la alternativa a escribir, es un vacío espantoso. Porque en las líneas que invento me va la vida. Y porque no sé hacer otra cosa que me haga más feliz.
jueves, 6 de marzo de 2014
Rojo abismo
Al fondo, muy al fondo, una hondonada escarlata, incandescente, un largo precipicio, de dientes afilados, una lengua gigantesca, húmeda y repulsiva, cubierta de pústulas rezumantes de pus y negra sangre… El monstruo que entonces me engullía, no sabía de cielos ni de infiernos, no entendía de dioses ni demonios, estaba, simplemente, a la salida del túnel esperando su cena: el próximo suicida.
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