Déjame que te mire a través de la niebla
de mis ojos cansados
alejarte sin prisa por el camino
angosto de mi pueblo dormido.
Y que busque la huella que no
dejan tus pasos en la calle empedrada
como he buscado en vano
me regalen tus manos
la encendida caricia
que jamás te he pedido.
Déjame que recuerde la canción de tu voz
cuando me hablas
sin saber que aceleras de mi necio
corazón los latidos.
Y que invente palabras
que desnuden el alma de pudores
floreciendo en tus labios
pegados a los míos.
de la fuente, con mis lágrimas,
la insondable tristeza
que atraviesa mi pecho
cuando finjo
que no eriza mi piel
ese roce casual de nuestras manos,
y el frío de tus ojos no descubre
la pasión en los míos.
Déjame que perfume con jazmines la casa
a la que tú no llegas
y que sueñe mi alcoba
de tu olor impregnada,
y en ese sueño prohibido,
amanéceme tuya
rozando con tus dedos mis caderas
pero no me despiertes
si es que al abrir los ojos
te habrás ido.
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