Sospecho que hay un lago de cristal
adentro de tu alma
tan sumamente sereno
que no hay calma comparable a su quietud,
y que en él se dibujan las nubes paseanderas
de mi cielo
tiñendo de rosados,
de platas y morados
de tu agua el azul.
Sospecho que sumerges tus sueños
en busca de sirenas
y que entonces se agitan,
rumorean, se rizan,
se encaracolan las aguas,
y emergen las burbujas
traviesas desde el fondo
portando voces niñas
de las ninfas,
ondinas y nereidas
que juegan a prenderte
para que no regreses
a ceñirte a mi espalda.
Sospecho que mi luna está presa en tu lago
rodeada de quimeras
que en vela desconoces,
y que por eso pugna mi alma de repente
por soñarte un instante
irrumpiendo en tu sueño,
para reconquistarla
y volverla a ofrecer a tus manos heridas
de nostalgia
cuando el día despierte.
Sospecho que tú nunca serás mío del todo
hasta que no permitas
que mis ojos se internen
en las aguas tranquilas del lago de misterio
donde mi luna llena
cautiva permanece.
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