quiero
decirte
que
junto a mi lecho aguarda
un
libro hermoso
como
tú me enseñaste
y
que guardo celosa
uno
de tus jazmines
en
aquella cajita de jabón perfumada
Antes
de que me dejes
quisiera
poder gritarte
que
por fin aprendí
a
amar los instantes sencillos,
a
disfrutar del sol y de la niebla,
y
a trabajar sonriendo.
Antes
de que la muerte nos separe tal vez
quiero
enseñarte
cómo
suena mi casa
a
que huelen mis tardes
cómo
sabe el pan blanco
amasado
en mis manos.
No
quiero que te alejes sin saber
que
he aprendido a coser
y
que aún salto, a veces, a la cuerda.
No
me dejes sin verme
alisando
el mantel
apagando
las luces antes de ir a la cama.
Por
favor, no te vayas
sin
haberte sentado a mi mesa,
repleta
de tu ausencia,
no
te alejes sin más
antes
de que te enseñe mi última poesía
esa
que es para ti, y
que
ni siquiera se acerca a tu excelencia
pero
que a veces repito,
y
entonces se me llena
la
mirada de llanto.
Permíteme
que duerma sabiéndote a mi lado
solo
por una noche
cuajadita
de estrellas.
Deja
que te atormente una vez más a preguntas.
Comparte
mis recuerdos aunándolos al pozo
de
tus propios recuerdos.
Aparece
una tarde llenita de sonrisas
y
contágiame el llanto
de
la alegría intensa con que oficia el reencuentro.
Antes
de que la vida decida separarnos
otra
vez sin remedio,
unamos
nuestras manos recorriendo la senda
que
serpea en el monte de una montaña inmensa.
Contemplemos
la lluvia de flores
que
nos baña cuando nuestras miradas
se
encuentran en un punto del ocaso naranja.
Nazcamos
a la tierra
con
una vida nueva
que
comience en el sitio en que nos encontremos
si
no por un instante…
Y
hagámoslo infinito. Antes de que te vayas.
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