Cual alondra te posas
liviana y frágil,
leve como la espuma sobre el
entarimado,
en tus ojos la música va dibujando estrellas…
oscilas en la niebla, etérea e inconsútil.
Tu cuerpo va esculpiendo
efigies en el aire,
se despliega sensual hasta sus extramuros,
la tristeza aferrada a tus
brazos perfectos
resbala por tu espalda
y se aloja en tu talle.
Sonríes mientras danzas…
y el aire se detiene embelesado a mirarte.
Se demora la luz entre tus manos pálidas
alzadas en místico ademán…
Hay a tu alrededor
una hueste de hadas susurrando poesía.
Agoniza la música.
Comparece el silencio y se adueña del mundo.
Grácil y transparente
se derrumba tu cuerpo en las tablas gastadas,
Y entonces,
ciertamente,
me recuerdas al pájaro abatido en su nido.
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