lunes, 9 de marzo de 2015

Cosas que me hacen feliz y no cuestan nada.




Levantarme temprano.
Escuchar el canto de los pájaros.
Caminar entre los árboles.
Andar descalza.
Mojarme los pies en la orilla del mar.
Gritar a todo pulmón.
Jugar con el “eco”.
Bailar como una loca.
Oír mi canción favorita a todo volumen.
Tomar mate con un amigo.
Contemplar el cielo estrellado.
El olor a hierba recién cortada.
Hacer morisquetas frente al espejo.
Colar café.
Acostarme en una cama con sábanas limpias.
Pintar una tarjeta casera para felicitar a un amigo.
Hablar por teléfono con mamá.
Explotar las ampollas del papel burbuja.
Contar cuentos reunidos alrededor de una hoguera.
Ducharme.
Detenerme a escuchar a un músico callejero.
Contar chistes malos.
Perfumar la casa con esencia de sándalo.
Construir un castillo de arena.
Bañarme en la playa.
Remontar una cometa.
Hacer pirámides de naipes para que un niño las derribe soplando.
Volar en un columpio.
Aprender algo nuevo.
Pasear con el perro.
Recoger moras del campo.
Abrir todas las ventanas de la casa para que entre el olor a primavera.
Poder recordar.
Las guerras de agua con pomos.
Desayunar en pijama de invierno.
Regar las plantas.
Hacer sapitos a la orilla del río.
Pisar charcos cuando llueve.
Nadar.
Andar en bicicleta sintiendo el viento en la cara.
Poner la mesa con esmero porque sí, sin un motivo especial.
El crujir de las hojas bajo mis pies en otoño.
Revivir un sueño feliz.
Sonreír por la calle aunque te miren raro.
Que alguien te acompañe a hacer esa gestión que te da tanta pereza.
Empezar un cuaderno.
El olor a libro nuevo.
El olor a tierra mojada.
Volver a casa después de un día agotador.
Las lluvias de verano.
Desperezarme sin pudor.
Tentarme de la risa y no poder parar.
Tomar el sol.
Ver una película de Charles Chaplin.
Trasnochar con gente linda filosofando o cantando.
Leer en la cama...
Cuando corro para alcanzar el autobús y el conductor me espera.
Cuando me despierto temprano en domingo y puedo seguir durmiendo.
Cuando voy a comprar el pan y me lo dan caliente.
Cuando a mi amiga los análisis médicos le dan "impecables".
Cuando atiendo el teléfono y ese alguien en quien llevo pensando todo el día.
Cuando encuentro en un rincón cualquiera ese libro que creía perdido.

Siempre hay motivos para sentirnos bien.
Lo importante es que los "peros" y los "no", no nos distraigan del propósito de vivir.