lunes, 13 de mayo de 2013

Desconocido...




Desconocido es este miedo para mí y en él no me reconozco. 
Desconocida la certeza de abandono 
y el trémulo temblor de estas verdades 
que desencajan el universo a nuestro paso. 
Ignoto el despertar de una demencia engendrada en falacias, 
Incierta lucidez que ya me alcanza 
desdibujando la senda de mi huida, 
me golpea en la frente, 
y me cubre de oprobio. 


Desconocido este lobo que me aúlla a orillas del camino,
presagio de naufragios, 
recuerdo de lo frágil de todo fundamento, 
lo irremisible de la muerte, 
lo grotesco de la vida, 
y el espanto brutal del desarraigo. 


Desconocida toda yo, ante el espejo, desnuda. 
He dejado olvidada en un lejano desván toda la ropa 
y me enfrento al vaticinio del final de todos los finales, 
sacrificado el amor ciego en un altar, 
callado para siempre su motivo. 
Poblada de dolores mañaneros, 
acontece en mi vientre 
el parto natural del extravío, 
impía locura, 
que se hace silencio en mis pupilas 
y bramido feroz en la cabeza 
que estalla en mil pedazos. 
Es el alma inocente deshecha en llanto. 

lunes, 6 de mayo de 2013

Quienquiera que seas


Quienquiera que seas 
has ido tan lejos 
dentro de mi reino 
tan hondo 
has penetrado en mis tierras 
que ya no hay secretos para ti, 
mi dueño, 
no tengo ni un solo refugio en tinieblas, 
desnudas mi alma con solo mirarme 
mi infierno y mi cielo 
conquistas, 
quienquiera que seas. 
Quienquiera que more dentro de tu pecho 
conjuras mi dicha 
con magia tan cierta, 
ahuyentas el miedo, despliegas mis alas, 
silencias el mundo 
sin hablar siquiera. 
Detienes el péndulo que 
acompasa el ritmo 
de nuestro universo, 
quienquiera que seas. 


Quienquiera que sea el que ha sembrado rosas 
en el abrojal 
que cercaba mi celda, 
y ha mudado en lilas, azules y blancos 
los grises y endrinos y pardos 
de mis tardes lentas. 


Quienquiera que fuese 
el guerrero errante que empuñó la espada 
de fuego, y sin tregua 
combatió a los mismos enemigos míos 
y alcanzó en mi nombre 
la soñada estrella. 

Quienquiera que hollara 
a la hermética cámara 
El camino perdido, 
ha devuelto la lumbre a mi hogar 
verdadero, 
la llama del fuego sagrado 
ha encendido, 
y otrora olvidadas vestales regresan 
a guardar el nido. 
Quienquiera que seas…

La Tierra y el Cielo has unido. 


Quienquiera que seas, amor,
has hallado 
la fuente secreta que guarda el misterio, 
y alzaste la torre que encierra la joya 
más cara, 
la perla preciosa, 
la luz de mi alma que mora en silencio. 
Ingeniero, mago, caminante, amigo, 
jardinero, esposo, guerrero o cautivo… 
Quienquiera que seas ahora, permanece a mi lado… 
                                               

                                                         … y envejece conmigo.


El olor de la muerte

Ésto, más que un relato es el testimonio de una experiencia personal. Una de esas que marcan, que obligan a cambiar, porque después de tomar conciencia de ciertas cosas, uno jamás volverá a ser el mismo. Por razones evidentes, sobran las fotografías. 

24 de Junio de 2012

La visita se realizó en completo silencio. Ninguno de los participantes osamos siquiera formular una sola pregunta, hacer una observación en voz alta, emitir una opinión o un juicio. Las palabras sobraban. Todas. 

Los ojos contemplaron incrédulos las pruebas de aquel horror tan brutal mientras en el fondo del alma cada uno de nosotros se preguntaba: “¿Qué mierda tiene que pasar por la cabeza de un ser humano para llevar a cabo algo como esto?” Nadie halló la respuesta… 

Indudablemente el hombre es capaz de la más espantosa de las crueldades, y al mismo tiempo de la más férrea resistencia ante cualquier adversidad. 

Imposible quedar indiferente ante semejante página de la reciente historia… 

Quisiera poder compartir con mis amigos lo que he sentido, pero no puedo, por la sencilla razón de que no lo sé… y aunque a mis labios arriban las palabras: tristeza, dolor, rabia, miedo… creo que la que mejor define lo que en mi corazón late es “sorpresa”. Quizá algún día pueda explicar el porqué… 

Para los que no lo saben, hoy he visitado Auschwitz. 


sábado, 4 de mayo de 2013

Déjame



Déjame que te mire a través de la niebla 

de mis ojos cansados 

alejarte sin prisa por el camino 

angosto de mi pueblo dormido. 

Y que busque la huella que no 

dejan tus pasos en la calle empedrada 

como he buscado en vano 

me regalen tus manos 

la encendida caricia 

que jamás te he pedido. 



Déjame que recuerde la canción de tu voz 

cuando me hablas 

sin saber que aceleras de mi necio 

corazón los latidos. 

Y que invente palabras 

que desnuden el alma de pudores 

floreciendo en tus labios 

pegados a los míos. 



Déjame que le explique al agua 

de la fuente, con mis lágrimas, 

la insondable tristeza 

que atraviesa mi pecho 

cuando finjo 

que no eriza mi piel 

ese roce casual de nuestras manos, 

y el frío de tus ojos no descubre 

la pasión en los míos. 



Déjame que perfume con jazmines la casa 

a la que tú no llegas 

y que sueñe mi alcoba 

de tu olor impregnada, 

y en ese sueño prohibido, 

amanéceme tuya 

rozando con tus dedos mis caderas 

pero no me despiertes 

si es que al abrir los ojos 

te habrás ido.