viernes, 30 de noviembre de 2012

El regalo




Recuerda especialmente el día en que cumplió 13 años, porque ese día sus padres le regalaron su primera guitarra. 
Desde entonces “Aurora” como él la llama, amanece a su lado cada día, le acompaña en su deambular por ciudades, caminos y antros con pretensiones de cabaret. Le canta y le escucha aun cuando a su lado ya no quedan amigos resistiendo alboradas. Le enseña a mirar el mundo desde su alma sonora, le escribe versos, le cura gripes, le transforma los lunares en estrellas, le pinta las paredes de las pensiones de mala muerte en las que recala sin guita para comer… 
Le escribe la rebeldía en las líneas blancas de la carretera y él la va leyendo con las botas sucias de aventuras y cansancio acumulado. Puebla su soledad de susurrados tarareos prendidos a las cuerdas que en este caso no amarran, sino rescatan. Mitiga sus desengaños. Reemplaza sus miedos por sombras chinescas que le provocan risas…

No siempre resulta fácil la vida del solitario trovador de quimeras. Sin embargo, nunca hubiera podido soñar algo mejor…  Jamás imaginó  al desenvolver el lazo azul de aquel regalo, que el misterio que encontraría tras los papeles de colores brillantes no fuera un instrumento musical, sino  la encarnación en olorosa madera, del delicioso nombre de su madre: 
“Libertad”.