sábado, 28 de abril de 2012

Bailarina

                                                       


Cual alondra te posas
liviana y frágil,
leve como la espuma sobre el
entarimado,
en tus ojos la música va dibujando estrellas…
oscilas en la niebla, etérea e inconsútil.

Tu cuerpo va esculpiendo
efigies en el aire,
se despliega sensual hasta sus extramuros,
la tristeza aferrada a tus
brazos perfectos
resbala por tu espalda
y se aloja en tu talle.
Sonríes mientras danzas…
y el aire se detiene embelesado a mirarte.

Se demora la luz entre tus manos pálidas
alzadas en místico ademán…
Hay a tu alrededor
una hueste de hadas susurrando poesía.
Agoniza la música.
Comparece el silencio y se adueña del mundo.
Grácil y transparente
se derrumba tu cuerpo en las tablas gastadas,
Y entonces,
ciertamente, 
me recuerdas al pájaro abatido en su nido.

miércoles, 18 de abril de 2012

La niña descalza


La tarde gris pesaba
en mis párpados; lenta
la lluvia se escurría en los tejados;
desierta
la calle murmuraba a las gotas
su letanía monótona de hastío
y de pobreza.
La niña iba brincando
con saltitos de rana,
los pies descalzos,
la trenza
danzando al ritmo de sus saltos
y azotando la espalda.
Levantando el vestido,
las raquíticas piernas embarradas
dibujaban entre el fango y las piedras,
caminitos de agua.
Yo, al verte, he pensado,
chiquitita,
carita de payaso,
¡qué extraña magia ha de tener la lluvia
para que estallen fiestas de gorriones
en tus gestos cansados!
¡qué encanto tiene el agua
en esta tarde plomiza del mes de mayo!

para que olvides tu hambre de pan
por un momento,
y sacies tu sed de juegos entre los charcos.

lunes, 9 de abril de 2012

El rojo como antónimo de sí mismo

 (Artículo elegido por Léptica como introducción de su revista nro. 11: "El rojo")

¿Alguna vez os habéis preguntado el por qué de tanta diversidad en la significancia del rojo?

No se me ocurre un color más versátil que éste. Símbolo y metáfora de tantos y tan contradictorios conceptos que resulta difícil de comprender.
Rojo es el color del demonio y del infierno e “incomprensiblemente”  el  del hábito de ciertos poderosos ministros de la iglesia.
La violencia, la sangre,  y también la “mercromina” y la Cruz de los voluntarios médicos internacionales.
En el colegio es manifiesta señal de fracaso: los suspensos son rojos, las correcciones a las faltas de ortografía, los olvidos de las “llevadas” en las malditas restas, las desagradables notas a pie de examen. Y sin embargo es uno de los colores favoritos de los niños y muchas veces se le relaciona psicológicamente a su hiperactividad natural.
La manzana de Adán y las señales de prohibido y de stop.
El vino, las pecas, las quemaduras del sol, el cable positivo de un  sistema  eléctrico…
Las guindillas y las fresas.
Los labios sensuales de Marilyn y la lengua salvaje de los Rolling
Rojos se les llamó a los comunistas  y es no obstante el color corporativo de grandes imperios del capital como Santander, y Ferrari.
La letra escarlata del escarnio público cuando eras considerada mujer adúltera y la “mancha del honor” en las sábanas blancas de las recién casadas, símbolo de pureza y virginidad.
Si aparece en los ojos es un defecto de la  fotografía, si en las hojas, un aviso de la inminente llegada del frío y una muestra incontestable de la perfección de la naturaleza.
El fuego, la lava, el sol en el ocaso… Marte… Mercurio…
Los bomberos y los chalecos salvavidas.
Barbarroja y Nicole Kidman.
El color del amor, la pasión, el deseo, la alegría, el coraje, la ira, el poder, la ambición, la atracción, la vitalidad, a veces el miedo…
Los adornos de navidad y el traje de Papá Noel y también la máscara de la muerte en el cuento de Poe.
 El carmín barato de una prostituta del mercado de la Boquería de Barcelona y unos carísimos zapatos de diseño de Manolo Blahnik…
El rojo está en el cine, en la música, en la pintura, en la calle, en la gastronomía, en los sentimientos… y posiblemente podríamos seguir enumerando ejemplo tras ejemplo.
En ocasiones lo amamos, en otras lo odiamos a rabiar, pero lo cierto es que el rojo y sus incontables paradojas pocas veces nos dejan indiferentes.
Al fin y al cabo, la vida es en sí misma una sucesión de controversias. ¿Qué sería pues, de nosotros sin el “juego” que nos da la caprichosa mutabilidad del rojo?